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domingo, 21 de mayo de 2023

Historia de la Pysbe en Ferrol

La Pysbe - Ferrol, cuya denominación completa era "Pesquerías y Secaderos de Bacalao de España" (PYSBE) instaló en Ferrol su segunda factoría en el año 1945, ocupando una concesión de 15.000 metros cuadrados en el puerto. Los barcos de la empresa eran bacaladeros que faenaban en lejanos caladeros, entre ellos Terranova, en condiciones extremadamente duras.

Pesquerías y Secaderos de Bacalao de España Sociedad Anónima (PYSBE) se constituye un 31 de mayo de 1919 cuando los Sres. Luis Legasse y Bigot, de una parte, y Gandioso de Celaya y Zabala de otra, otorgan las escrituras que constituyen la sociedad, con la sede social en Pasajes de San Juan (País Vasco).

En 1936 se otorga una concesión por 100 años en el puerto de Ferrol de una extensión de 14.995 m2, para una planta que sería puntera pero, el estallido de la Guerra Civil supone un fuerte freno en la actividad. En 1945 entra en funcionamiento la planta industrial de Pysbe en Ferrol, permaneciendo en funcionamiento hasta los primeros años de los setenta. 

La factoría de Ferrol, con D. Manuel Iñarra de director, constaba de seis pabellones que ocupaban una parte de los rellenos del puerto, en el Muelle Fernández Ladreda que, hasta el inicio de la construcción, había tenido solamente uso militar. Esta instalación, va a ser un modelo a seguir en cuanto a métodos de secado y preparación del pescado ya que duplica la producción total de la Sociedad. Posee una capacidad para preparar unas 14.000 tm anuales. Esta planta funciona hasta 1973, año en el que cierra.



LA PESCA DEL BACALAO EN TERRANOVA:
Los marineros, según órdenes de la Compañía hacen su salida a la mar desde el puerto de Pasajes o desde el de Ferrol con los barcos preparados y pertrechados para uno o dos meses de navegación continuada sin entrar en puerto alguno. Los desplazamientos de los marineros de nuestra comarca hacia tierras vascas se llevan a cabo en taxi o, cuando se juntan en grupos más numerosos, buscan grandes furgonetas para el desplazamiento; llegando a su destino después de haber transcurrido más de quince horas de viaje.

Hasta los caladeros de Terranova pueden tardar de quince a veinte días de navegación, a una velocidad media de entre siete u ocho millas por hora, siendo excepcional, y debido a alguna “empopada” el alcanzar una velocidad de nueve o diez nudos.



Su zona de pesca suele encontrarse en mares del Atlántico noroeste, mares de Terranova, más o menos cercanos a la costa dependiendo de la estación del año o de los factores climatológicos. Ya llegado el verano es cuando pueden pasar hacia los caladeros de Noruega de donde regresan hacia Terranova llegado el mes de octubre en busca de los hielos, zona de mucho pescado como afirma el capitán Esnaola, donde la temperatura llegaba aveces a los 35 grados Célsius bajo cero). En la estación más cálida de primavera-verano, acuden directamente a otra zona a la que ellos llaman “Cantil Norte”.

Una vez en la zona de pesca, y con el aparejo preparado, (el arrastre con puertas en los primeros barcos por el costado y más tarde, el arrastre por popa), y cada marinero ocupando su lugar, dentro de los turnos de trabajo establecidos, comienza la búsqueda del pescado esperando el aviso de “arte al agua” que se produce activando desde la ventana del puente una campanilla, del mismo modo que se avisa la virada del aparejo (fin del arrastre) después de entre una y tres horas dependiendo de la observación de la cantidad de pesca que se divise desde el puente de gobierno.

En el barco, cuando salen de puerto, se llevan entre quince o veinte piezas de redes que se van montando según el desgaste o la sustitución necesaria debido a las averías que tienen lugar, además, disponen de tres aparejos completamente montados. Algunas reparaciones se van haciendo en alta mar o en los puertos a los que llegan para descansar. Ya al final de la campaña se recogen y estivan todos los aparejos para su posterior reparación en los talleres de la empresa. El material con el que se hacen las redes es primero el “abacá”, luego el “cáñamo” para acabar usando el “nylon” este último más resistente y de mayor duración.

Los barcos tienen una autonomía para permanecer en el mar sin tocar tierra de entre uno o dos meses y en el puerto de descanso se puede estar, como máximo, cinco días, tiempo durante el cual se repone combustible, víveres y se disfruta también de tiempo libre para la diversión (tal y como cuenta el Sr. Nicolás “O Uracha” en su testimonio).

Una vez terminada la campaña, que dura entre ocho y diez meses, los barcos ponen rumbo al puerto de descarga que la Compañía les comunica: Pasajes o Ferrol.

Un marinero cobra, (como nos cuenta el Sr. Paco “O Mincha“), en su primera campaña, 300 pesetas que suele enviar a casa, más las primas de pesca. En las últimas campañas, el cobro es ya de 10.000 pesetas. Además pueden traer algún bacalao para consumo propio, parte del cual a veces venden a fin de mejorar la economía familiar.


La relación de los barcos construidos para la PYSBE en Vizcaya es la siguiente:
“Tifón”, “Mareiro”, “Aquilón”, “Vendaval”, “Alisio”, “Tomado”, “Brisa”, “Bochorno”, “Solano”, “Regañón”, “Huracán”, “Céfiro” y “Virazón”, que fueron entregados entre 1944 y 1959. Eran práctica mente una copia de los fabricados fuera. Todos unos 70 metros de eslora máxima, con unas máquinas diésel entre 1.200 y 1.280 caballos y con velocidades entre los once y doce nudos y medio.

 

EL FINAL DE LA PYSBE:

Hasta el año 1955, la PYSBE desembarcaba en Ferrol unas 9.000 toneladas anuales de bacaclao y otras tantas en Pasajes, pero la sobre-explotación de los caladeros hizo que las capturas disminuyeran. Los directivos intentaron diversificar sus capturas con atuneros congeladores, pero ya era demasiado tarde para reconducir el rumbo de la empresa.

La principal característica laboral de la PYSBE era su mayoritaria mano de obra femenina. Con bajos salarios y muy malas condiciones laborales, la actividad era discontinua (aumentaba cuando llegaban los barcos), con muchos operarios eventuales, por tanto en los años 60s se dispararon las huelgas, con la más importante en 1967, cuando la empresa intentó despedir a 200 mujeres y 30 hombres. 
 
 
 
En definitiva, PYSBE cerró por una mala política empresarial en el año 1973, dejando sin empleo a unas 300 personas, la mayoría mujeres.

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