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lunes, 22 de abril de 2024

Crónica de un viajero del tren Coruña - Ferrol

CRÓNICA DE UNA DISCRIMINACIÓN SISTEMÁTICA

Por Eloy R. Vidal

Lo que me pasó el viernes pasado en la estación de tren de A Coruña bien se merece una crónica. Así me desahogo y de pasó le hago un honor a la verdad;

El pasado viernes 19 de abril entré en la estación de tren de A Coruña antes de las diez de la noche, miré hacia las pantallas y descubrí con horror que el último tren a Ferrol, programado a las 22:09, se esperaba que llegase a las 23:54. “Algún problema técnico”, me dijeron los de seguridad, reconociendo con la boca pequeña que “lo del tren a Ferrol es una locura”. La manida explicación que dan los revisores ante los continuos retrasos y fallos técnicos es que el trazado de las vías no se ha modernizado en décadas y aunque el tren sea un Alvia, el maquinista tiene que reducir la velocidad hasta lo ridículo porque hay riesgo de accidente. En ese caso sería Adif ―entidad pública adscrita el ministerio de transporte― la responsable de la discriminación sistemática, sostenida en el tiempo y que amenaza perpetuarse hasta el próximo siglo, que sufre Ferrol en términos ferroviarios. Vaya por delante que esto no va de indignarse porque Ferrol sea la única ciudad gallega que se queda fuera de la alta velocidad ―a las demás llegarán en breve los tan cacareados trenes Avril y la infraestructura para que lo hagan a Lugo está en proceso―, pues aquí todavía estamos esperando por lo más básico. Basta con ir a la página Web de Renfe para entender de qué hablo:  ir de La Coruña a Santiago (54 km,75km por carretera), lleva 27 minutos; A Coruña - Ourense (122 km, 173 km por carretera): 1 h y 17 minutos; A Coruña - Vigo (127 km, 158 por carretera): 1h y 25 minutos… mientras la distancia que separa A Coruña de Ferrol es de 21 km, 53 km por carretera, el servicio que ofrece RENFE, única operadora disponible, varía entre la hora y trece minutos en los Alvia y la hora y veinte minutos en cercanías. Para hacerlo aún más sangrante, después de haber usado ambos trenes con asiduidad durante los últimos meses puedo corroborar que, sobre todo en el Alvia, la previsión de tiempo no se cumple nunca. El retraso “normal” es de unos quince minutos, pero puede ser mucho mayor si el tren se queda sin suministro de electricidad y hay que resetearlo (varias veces se apagan y encienden todas las luces, se abren y cierran todas las puertas), los motores Diésel tienen carraspera o la rama de un eucalipto se atraviesa en mitad de la vía. A veces el viaje se suspende, entonces los viajeros tienen que bajarse y hacer el trayecto en autobús y en realidad esto es lo mejor que les puede ocurrir, porque a Ferrol se llega mucho antes en autobús ―y en un monopatín eléctrico― que en tren.


El viernes pasado en la estación de trenes de A Coruña, alarmados con la posibilidad de pasarnos dos horas esperando en el andén, yo y otros usuarios fuimos hasta la ventanilla de tickets con la esperanza de que RENFE tuviera la gentileza de poner un autobús. Los
sudras ferrolanos no íbamos a tener esa suerte, extraoficialmente se nos dijo que éramos muchos y no cogeríamos en un único vehículo. Así que a esperar. Gracias al cielo no hubo posteriores grandes retrasos y a eso de la una y media de la madrugada el tren chu-chu llegó a la ciudad departamental. Otro día en el paraíso. Es cierto; como aquí, no se vive en ningún lado.


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miércoles, 17 de abril de 2024

La Ría de Ferrol (Historia)

La ría de Ferrol se encuentra localizada al Noroeste de la Península Ibérica, en las conocidas como las Rías Altas, en la provincia de La Coruña, Galicia, España. Por su configuración ofrece una privilegiada protección y permite unas magníficas condiciones a la vida marina por constituir un perfecto abrigo de los vientos dominantes y los temporales.

Existen referencias históricas de asentamentos romanos, normandos y de la Baja Edad Media, todos ellos relacionados al comercio y las actividades navales, militares y pesqueras que decaen a partir de la Alta Edad Media. En el año 1371 Ferrol pasó a depender del señorío jurisdiccional de los Condes de Andrade, quedando desde entonces sometido a uno de los más poderosos e influyentes linajes de la Galicia medieval. Su puerto estuvo abierto a las rutas marítimas desde esa época, siendo lugar de atraque tanto de los buques que trasladaban a los peregrinos con destino a Santiago de Compostela, llegados desde diferentes lugares de las Islas Británicas y de las naciones del norte de Europa, como de las naves comerciales procedentes de Flandes y Venecia.

A partir del siglo XVI las buenas condiciones naturales de la ría de Ferrol llamaron la atención de la Corona, convirtiéndose su ría y puerto en el lugar de arribada, fondeo y salida de la Armada Real, mientras se empezaban a construir las fortificaciones defensivas de su ría, Castillos de San Felipe, San Martín y La Palma, además de otros enclaves defensivos de menor entidad.

 
A consecuencia de la decisión de la monarquía borbónica de convertirla el año 1726 en capital del Departamento Marítimo del Norte por las magníficas condiciones de seguridad de su ría. A partir del año 1749, durante el reinado de Fernando VI, la creación de los astilleros y el Arsenal Militar, que tenía una capacidad de hasta cien navíos, y la construcción de una moderna ciudad trajeron consigo la llegada masiva de trabajadores de aluvión para acometer las importantes obras realizadas, convirtiéndose Ferrol en poco tiempo en la ciudad más poblada de Galicia.

El largo y estrecho canal de entrada a la ría es por sus características fácilmente defendible, por ello se construyeron tres importantes castillos defensivos, de los que se conservan en la actualidad dos unidades (Castillo de San Felipe y Castillo de La Palma). Además existían pequeñas baterias y fortificaciones defensivas localizadas en puntos estratégicos, tales como la Batería de San Cristobal, Viñas, San Carlos, etc. Todas estas construcciones militares convertían la Ria de Ferrol en una fortaleza inexpugnable, como bien quedó demostrado en lo poco atacada que fue a lo largo de la historia, y cuando lo fue, los invasores se llevaron una soberana derrota (Ataque inglés a Ferrol, año 1800).

El puerto de la ría de Ferrol hasta bien entrado el siglo XIX tuvo un carácter totalmente castrense, con escasas referencias al pequeño muelle situado en el barrio de Ferrol Vello. Un nuevo puerto, desvinculado del militar, estaba condicionado por la situación del Arsenal y el recinto amurallado defensivo de la plaza. Se eligió el emplazamiento anexo al Arsenal hacia el oeste, siendo los primeros estudios de 1856, a partir de los cuales se realizó un pequeño dique del que arrancaba un espigón de 200 metros, se construyó el muelle Sur y una pequeña dársena, conocida como Curuxeiras.


 
El 24 de agosto de 1910 se crea por Real Decreto, la Junta de Obras del Puerto de Ferrol y a partir del año siguiente se procede a ampliar la infraestructura existente, se realizan las obras de dragado y ampliación de la dársena con el muelle de Curuxeiras y la ampliación del muelle dos Cantiles. En el año 1918 se redacta un anteproyecto que marca las directrices para las futuras ampliaciones que se desarrollan en 1944, con un importante salto cuantitativo, creando el muelle de Ribera, hoy Fernández Ladreda, que no se acaba hasta el año 1960, apoyándose en el muelle Sur anterior. Se establecen los accesos ferroviarios al Puerto y al Arsenal. Entre 1949 y 1959 se construyen los muelles que conforman la dársena de Curuxeiras, utilizado como espigón de pasajeros de la ría. 







 
 
En 1968, en el contexto de la especialización de ASTANO en la construcción de superpetroleros, tuvo lugar la inauguración del Puente de las Pías, conocido en su época como "Puente del Caudillo", título honorífico del dictador Francisco Franco, natural de Ferrol. El puente recortaba en ocho kilómetros el acceso a la ciudad desde el sur, y aseguraba su conexión directa con los astilleros de Astano. El puente fue destruido en 1998 por el artefacto offshore FPSO Discoverer Enterprise que estaba siendo construido en los astilleros. Al artefacto se le soltaron las amarras debido al fuerte viento que azotaba a la ciudad de Ferrol en ese momento. El puente fue reconstruido inmediatamente, y hoy en día sigue siendo el principal acceso a la ciudad desde el sur. 


 
 
A partir de 1984 se inicia la última fase de la expansión para obtener mayores calados, más longitud de los atraques y superficies de depósitos más grandes. Se construye el Muelle Novo con 14 metros de calado, base para desarrollos posteriores. En la última década del siglo XX se amplía por el sur el muelle Fernández Ladreda para calados hasta 12,50 metros, se construye el muelle que cierra por el norte y se crea el acceso al puerto por autovía.
 


 
En 1995 se comenzaron los primeros estudios para la construcción de un puerto exterior en la entrada de la ría, obras que comenzaron en el año 2001. Los muelles actuales se complementan con los anteriores haciendo del Puerto de Ferrol el mejor dotado del noroeste peninsular tanto en metros de atraque y calados como en superficies. 

 


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